La biodiversidad se puede definir como el
conjunto de organismos y seres vivos que pueblan determinada zona o ecosistema
durante cierto período de tiempo. Mientras el ecosistema se refiere a todas las
condiciones que rodean a una determinada zona, la biodiversidad se refiere
exclusivamente a la flora y fauna que puebla el ecosistema.
El término biodiversidad puede ser empleado de forma muy
amplia, abarcando grandes zonas e incluso la totalidad de la Tierra. Es decir,
nos podemos referir a la biodiversidad de la Tierra. Sin embargo,
también se puede usar este término para referirse a ecosistemas mucho más
pequeños, por ejemplo señalar la biodiversidad de un bosque o una charca.
La biodiversidad está íntimamente relacionada con las características
y condiciones de una determinada zona. Así, el clima, las precipitaciones,
los vientos, la presión atmosférica, la calidad del suelo, o las propias
características del paisaje, se encargan de modelar y reunir ciertas especies
de seres vivos, que conformarán su biodiversidad.
Por otro lado, en la biodiversidad también entran en juego
otros conceptos como las mutaciones, la evolución o la propia selección
natural. La lucha por la supervivencia en el reino animal y vegetal también
produce cambios en la biodiversidad. Muchas de las especies evolucionan
precisamente en la dirección de desarrollar las características idóneas para
asegurar su supervivencia: camuflajes, pinchos, venenos, agilidad en los
árboles, poderosas mandíbulas, etc.
Cabe citar que el hombre es uno de los
principales culpables de los cambios en la biodiversidad de muchas zonas.
Numerosas prácticas desempañadas por el hombre son perjudiciales para los seres
vivos. Todos aquellos procesos industriales que provoquen emisiones que contaminen
el agua, la tierra o el aire, son susceptibles de modificar la biodiversidad.
Por otro lado, las emisiones de gases de efecto
invernadero están provocando un aumenta de las temperaturas medias del
planeta, lo que redunda también en un cambio progresivo en los ecosistemas y en
la biodiversidad. Muchas otras prácticas del hombre son perjudiciales para la
biodiversidad, por ejemplo la tala de árboles o la caza indiscriminada de
especies.
CARACTERÍSTICAS DE LA BIODIVERSIDAD
la biodiversidad engloba
a todos los seres vivos del planeta, y es un término que se puede aplicar de
una forma más global, por ejemplo nos podemos referir a la “biodiversidad del
planeta”. Sin embargo, también se puede hacer referencia a ella desde una
perspectiva más local o focalizada, por ejemplo “la biodiversidad de un lago” o
de cualquier zona.
Cuando hacemos referencia a la biodiversidad de un lugar en
concreto nos solemos referir a él como un ecosistema. Es decir, un ecosistema
tiene una determinada biodiversidad, que hacen a este ecosistema y a los seres
vivos que lo pueblan únicos y diferentes respecto a cualquier otro.
La biodiversidad de un ecosistema viene marcado por numerosos
factores, entre los cuáles podemos citar la propia genética y la evolución de
las especies para adaptarse al medio en el que viven. Es decir, el clima, el
entorno y, cómo no, la acción del hombre, también influyen de forma decisiva en
la biodiversidad.
Asimismo, la biodiversidad es clave en numerosos procesos
relacionados con los flujos de materia y energía, y con los procesos
atmosféricos y climatológicos de la Tierra, además de para garantizar un
equilibrio sostenible entre las especies.
El agua
es un líquido compuesto de oxígeno (02 ) e hidrógeno
(H2). Su fórmula es H20. Tiene disueltos diversos minerales y materias
orgánicas que le dan color, olor y sabor peculiares. Se presenta en estado
líquido, gaseoso (vapor en la atmósfera = nubes) y sólido (hielo).
El agua se encuentra sobre la Tierra en diversos lugares: en
la atmósfera como agua atmosférica, o sea, el vapor de agua en el aire (nubes);
en el subsuelo o agua subterránea, que fluye a la superficie por los puquios o
manantiales; en la superficie en forma de lagos, ríos y glaciares o nieves
perpetuas; y en el mar o agua marina, que es salada.
IMPORTANTE
El agua es un recurso natural renovable que se regenera continuamente mediante el ciclo del agua o ciclo hidrológico.
El ciclo se inicia con la evaporación del agua de los mares, de los lagos, de los ríos y del suelo, y por la transpiración de las plantas. El vapor es transportado por las masas de aire en movimiento, y puede condensarse y formar nubes.
Si las nubes se enfrían a grandes alturas, se condensa el agua en gotas, y se produce la precipitación sobre la superficie en forma de lluvia, nieve, granizo, garúa, etc. Durante las noches la humedad puede condensarse sobre las plantas en forma de rocío.
La precipitación que cae sobre la superficie se distribuye de varias maneras: (1) una parte es interceptada por las plantas; (2) otra escurre por la superficie y termina en los ríos y lagos; y (3) una parte se filtra en el suelo y es transpirada a través de las plantas o forma el agua subterránea.
IMPORTANTE
El agua es un recurso natural renovable que se regenera continuamente mediante el ciclo del agua o ciclo hidrológico.
El ciclo se inicia con la evaporación del agua de los mares, de los lagos, de los ríos y del suelo, y por la transpiración de las plantas. El vapor es transportado por las masas de aire en movimiento, y puede condensarse y formar nubes.
Si las nubes se enfrían a grandes alturas, se condensa el agua en gotas, y se produce la precipitación sobre la superficie en forma de lluvia, nieve, granizo, garúa, etc. Durante las noches la humedad puede condensarse sobre las plantas en forma de rocío.
La precipitación que cae sobre la superficie se distribuye de varias maneras: (1) una parte es interceptada por las plantas; (2) otra escurre por la superficie y termina en los ríos y lagos; y (3) una parte se filtra en el suelo y es transpirada a través de las plantas o forma el agua subterránea.
El ciclo del agua es el resultado de la energía calorífica del Sol sobre el agua y constituye un proceso continuo de renovación.
La
situación mundial en relación con los recursos hídricos es de una gravedad
inocultable; la escasez, el mal uso y la también mayoritaria creencia popular
acerca de su abundancia, han determinado una excesiva y desaprensiva
utilización del recurso lo que plantea una grave y creciente amenaza para la
seguridad alimentaria, la salud humana y los ecosistemas de los que dependen
aquellos.
Nos estamos dando cuenta que nuestro estilo de vida no es sostenible; que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. En aras del desarrollo, estamos deteriorando la base de recursos de los cuales depende nuestra capacidad de sobrevivir en esta tierra y el mundo, que ayer creímos infinito en superficie y recursos, hoy lo vemos en otra dimensión, agredido en sus mares, bosques y suelos dando muestras de clara extenuación.
El ambiente -físico y social- que alberga y condiciona el quehacer humano, y que lo deseamos y necesitamos sano, seguro, propicio y estimulante para que los individuos y las comunidades humanas desplieguen sus mejores posibilidades materiales y espirituales, está limitado, perturbado y amenazado. Dentro del panorama general del uso y deterioro de los recursos naturales es importante recordar que, entre los llamados recursos soporte (¿Renovables?) el agua es uno de los más agredidos.
El cambio experimentado en nuestra relación con la Tierra desde la Revolución Industrial, en especial a lo largo de este siglo, -y con mayor evidencia durante las últimas décadas- está provocando en la actualidad graves perjuicios en el sistema hidrológico mundial.
La crisis hídrica es, en estos momentos, una de las mayores preocupaciones ambientales y podría señalarse que asumirá niveles de mayor criticidad, lo que la convertiría de hecho en la crisis ambiental por excelencia del siglo XXI.
Esta percepción, que al presente nadie discutiría, no se valoró adecuadamente en el pasado. Fue necesario constatar la pérdida de la navegabilidad de nuestros ríos por erosión o sedimentación, la profunda e irreversible degradación de extensas superficies de suelo -con pérdida de la cubierta vegetal en vastas zonas rurales-, las severas limitaciones en la disponibilidad de agua potable, la contaminación de los grandes reservorios de agua por residuos de la actividad doméstica o por vertidos industriales o por el excesivo uso de agroquímicos o por derrames de hidrocarburos; los procesos de desforestación -ya sea por el avance de la frontera agropecuaria o por un aprovechamiento forestal insostenible- causa principal de la pérdida al por mayor de la biodiversidad; la actividad torrencial, inundaciones, sequías, aluviones, avalanchas y deslizamientos de suelos, etc., para redimensionar la magnitud de la crisis hidro-ambiental, crisis que se hizo más visible a partir de la primera mitad del presente siglo, generando múltiples impactos sociales que afectan la calidad de vida de amplios sectores de población.
Nos estamos dando cuenta que nuestro estilo de vida no es sostenible; que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. En aras del desarrollo, estamos deteriorando la base de recursos de los cuales depende nuestra capacidad de sobrevivir en esta tierra y el mundo, que ayer creímos infinito en superficie y recursos, hoy lo vemos en otra dimensión, agredido en sus mares, bosques y suelos dando muestras de clara extenuación.
El ambiente -físico y social- que alberga y condiciona el quehacer humano, y que lo deseamos y necesitamos sano, seguro, propicio y estimulante para que los individuos y las comunidades humanas desplieguen sus mejores posibilidades materiales y espirituales, está limitado, perturbado y amenazado. Dentro del panorama general del uso y deterioro de los recursos naturales es importante recordar que, entre los llamados recursos soporte (¿Renovables?) el agua es uno de los más agredidos.
El cambio experimentado en nuestra relación con la Tierra desde la Revolución Industrial, en especial a lo largo de este siglo, -y con mayor evidencia durante las últimas décadas- está provocando en la actualidad graves perjuicios en el sistema hidrológico mundial.
La crisis hídrica es, en estos momentos, una de las mayores preocupaciones ambientales y podría señalarse que asumirá niveles de mayor criticidad, lo que la convertiría de hecho en la crisis ambiental por excelencia del siglo XXI.
Esta percepción, que al presente nadie discutiría, no se valoró adecuadamente en el pasado. Fue necesario constatar la pérdida de la navegabilidad de nuestros ríos por erosión o sedimentación, la profunda e irreversible degradación de extensas superficies de suelo -con pérdida de la cubierta vegetal en vastas zonas rurales-, las severas limitaciones en la disponibilidad de agua potable, la contaminación de los grandes reservorios de agua por residuos de la actividad doméstica o por vertidos industriales o por el excesivo uso de agroquímicos o por derrames de hidrocarburos; los procesos de desforestación -ya sea por el avance de la frontera agropecuaria o por un aprovechamiento forestal insostenible- causa principal de la pérdida al por mayor de la biodiversidad; la actividad torrencial, inundaciones, sequías, aluviones, avalanchas y deslizamientos de suelos, etc., para redimensionar la magnitud de la crisis hidro-ambiental, crisis que se hizo más visible a partir de la primera mitad del presente siglo, generando múltiples impactos sociales que afectan la calidad de vida de amplios sectores de población.
tomado de: http://www.ambiente-ecologico.com/revist25/agua25.htm
Cuida el Agua :: Estas a tiempo
tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=Jj-W5piaU5M
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